domingo, 6 de diciembre de 2009

Ruptura

Se sentó solo junto a la palmera. Sólo se oía el sonido de sus hojas, frotándose, unas con otras, al compás del viento. Rebuyó en el banco. Y de pronto, rompió a llorar. Apoyó sus codos sobre los muslos y se encorvó hacia delante, con las manos tapándose los ojos. Sus sollozos rompían la calma de la noche. Sintió una extraña sensación en el estómago, que nada tenía que ver con las mariposas del enamoramiento. Ella lo había dejado.

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