martes, 28 de octubre de 2014

Un viejo estudioso del cristal

Un estudioso del cristal, de la composición del cristal. Un viejo estudioso del cristal. Láminas de cristal encima de la mesa de madera vieja, tiene que haber algo, tiene que haber algo, ¿qué es el cristal? Es transparente y como vacuo... Un viejo estudiando las formas del cristal encima de un barranco de tierra y piedra, un muro natural con enredaderas, alto, alto. Caen piedras siempre, él arriba en su cueva.
Encorvado en una silla: ¿qué será el cristal, qué tendrá el cristal? Lo mira, lo mira de cerca con su lupa de cristal... ¿pero qué tendrá el cristal? Una vela arde en su mesa, la cera gotea, pasan las horas; en la mesa, el secreto del cristal...
¿Qué es el cristal? ¿Qué hay en el cristal? Es transparente y como vacuo... Estudia el cristal en su mesa de madera.

lunes, 27 de octubre de 2014

Balada náutica

Le decían Pacífico para sugestionar a los marineros y para tranquilizarlos en sus viajes, pero era el océano más tormentoso.
Simón esperaba ansioso la siguiente temporada de huracanes, la del 2015, porque era uno de esos cazadores de tormentas. Para él, el Mediterráneo era un lago, y los lagos no tenían olas. Siempre quiso ser marinero, por eso de pequeño fue de los niños que jugaban con patitos amarillos de goma en la bañera.
Tenía la barba blanca unida al bigote, era rechoncho y usaba anteojos. Era abuelo de un niño y una niña, y cuando lo iban a ver los domingos a su casa de la playa les contaba sus historias de viejo lobo de mar.
En el salón donde se sentaba en la mecedora a leer y a contar historias había todo tipo de cachivaches marinos: anclas, anzuelos, redes, arpones, corales, catalejos, e incluso timones.
Pero en el mejor estante del cuarto guardaba su mayor tesoro: una sirenita de cristal que encontró en el ojo del huracán Elida, y así la había llamado: Elida.
La mujer de Simón había muerto en un naufragio hacía unos años. Siempre quiso pensar que se convirtió en sirena, y que talló a Elida en las profundidades abisales del Océano Pacífico, para dejarla flotar justo por donde él navegaba.
También guardaba perlas, conchas, caracolas y botellas con mensaje. Traía cocos de islas desiertas y preparaba abanicos con hojas de palmera.
Antes de embarcarse esa mañana, coge una brújula y acaricia la cara de cristal de su sirena Elida. Cuando suelta amarras, silba una canción.

domingo, 12 de octubre de 2014

Era un martes por la tarde, y tú bailabas. Mechas rosas y un corazón de serpiente. Hablábamos de anuncios de compresas, de la canción del mundial y de que dejabas preguntas del examen sin contestar cuando calculabas un aprobado, por pereza. Ya nunca volví a ver la miel que bajaba por tu espalda.

Era un sábado por la tarde, y tú tardabas. Pelo negro y corazón de dragón. Hablábamos de las guerras con tu madre, de sudaderas de rock y de veranos que empezaban con una pizza. Ya nunca volví a ver el universo expandiéndose en tus ojos.

Era un domingo por la noche, y yo esperaba. Vello inerte y corazón sin bandera. Pensaba en el mar, en nodos del supermercado y en un tobogán del parque acuático. Ya nunca volví a ver sombra de vida en mis ojos.

Merma

Estoy sintonizado con grúas de metal. Sé que en alguna de esas me crucificarán en el amargo final. Para eso he nacido, de barro y heces, persiguiendo toda la vida lo que no puedo tener. Por la noche aún me sigo preguntando cómo debe ser tener lo que no me conviene tener.
Recuerdo cuando me castigaban encerrado en mi cuarto por no comerme la comida. Se hacían las cinco de la tarde y daban las campanadas de la misa, yo veía por la ventana la iglesia, quería estar ahí, encerrado en otra cárcel distinta.
Algunos podrán decir que he cometido un error, pero yo sigo mirando hacia atrás, hacia senderos ocultos. A todo lo que está conectado y es bello. Si el pasado es depresión y el futuro es ansiedad, el presente es estar jodido. Pero aún sigo queriendo lo que no puedo tener y aún sigo mirando hacia atrás.

(Basado parcialmente en parte de la letra de Kissing Families de Silversun Pickups).

sábado, 4 de octubre de 2014

Se recorren la ciudad
con maletín y corbata
te tocan y abres en bata:
son los testigos de Jehová.
Dicen que a su Santidad
no la siguen y en invierno
tocan madera de cerno.
Andan calles en verano,
sudados sus huevos y ano,
y te hablan de cielo e infierno.