domingo, 19 de enero de 2014

Aire

Llévate mi aliento negro
en la penumbra.

Soy experto en capturar bostezos
con la mano
como un niño que captura
mariposas.

Llévate mi aliento negro
en la penumbra.

Ahora adicto
a beberme el alma mía;
tengo tendencia a morder fuerte
el pensamiento.

Llévatelo.

Rumio como las vacas anoréxicas
de la India
y me faltan hindúes
que se me arrodillen.

Llévate un suspiro.

sábado, 18 de enero de 2014

Nos separan

Me siento en el escalón de un nenúfar a ver péndulos de reloj congelados que bailan con la corriente. Me siento divergente, tengo la piel congelada y los huesos abanicados por el silbido del viento del invierno. Dime... En el fondo de la piel nunca encontré otra cosa que mi eco, otra cosa que otra ascua... Otra otredad. Y sin embargo, voy por la acera con las manos dentro de los bolsillos y con ganas de escupir cada hendidura, cada rectángulo con pegote de chicle que habrá mascado algún idiota cien años atrás. Dime... Porque nunca encontré tanto como me ofreces desde arriba, poco a poco meciéndote entre tus hermanos. Y me molesta esta bola hecha de pestañas doloridas que se asoma a joder entre mares de periódico todas las mañanas. Si pudiera esperar un poco más, podría verte beber en la corriente... Podría veros, de hielo, brillar con un frío del que nací amigo, azul... Rojo... No es como aquí. Siempre has sido mi amigo, colmado de todo, mundo, colmado de frío y luz; si acaso alguna vez me sentí parte de ti, entre tus piernas lascivas. Si acaso alguna vez me sentí parte de la turba asquerosa que contamina cada uno de tus poros, mundo, si acaso alguna vez me desperté con ganas de irme de excursión dentro de cada pecho de cada viandante.

Pero mundo, mi mayor placer es el de que te pongas tú arriba y me domines con tu melena negra al aire, mi mayor placer no es otro que oírte gemir a horcajadas sobre mí. ¡Qué placer, mundo, cuando camino por tus venas azules sin ver a cada germen volando a mis costados!... ¡Qué placer, mundo de luces, cuando los coches juegan a ser luciérnaga, y yo no me entero de nada!... En el frío de diciembre, mi yegua del lago, cómo me siento dentro de ti... Y no te ves en otro espejo que el de mis ojos de entre las costillas... Porque al final amo al espejo, mundo, amo mis ojos tristes de no verte al torcerme en cada esquina. Amo cada trozo de mimbre de la mecedora que reflejaba ondas de una tele vieja, y hablar de naranjas con mi abuelo, mientras tú y yo follábamos, mundo...

Mi mayor placer a veces es el de no quemarme las pestañas de tanto tragar copas de soles que nunca dibujé... Mis latidos son para ti como una aorta que late y se refleja en un suelo de espejo bajo un techo de espejo. Y tanto temo a la locura... Y tanto temo de supersticioso, intentando no ofender a fantasmas que no existen, pero me arrullas siempre... Y a veces puedo pegar mis dibujos infantiles del sol arriba del sol de pestañas rotas, y cómo arde el sol... Cómo brilla mi dibujo mezclado en el sol, que se derrite en el fulgor de un DIN A4. Soy muy mío, muy lobo, muy gato, voy buscando la luna y me gustaría flotar en los tejados, solo. No quiero contaminarme entre tanta sangre caliente, quiero permanecer frío y bien caliente y me mareo cuando me sacan sangre. Soy divergente y me hago mi casa de hueso en cualquier isla de mis entrañas, aúllo a cualquier barco de pasajeros o de mercancías, no sé si por amor o por muerte; pero me encanta lamerme bañado por la luna, y hace tiempo que mi manada soy yo.

En las escaleras de un nenúfar de periódico pasan algunos nadando, carpas bobas; se para una moto y la miro, no entienden por qué miro a las estrellas. Y esto no está hecho para mí, yo quiero hacer el Cristo en cada tejado. No puedo poseerte, dama yegua, pero llenas mi estómago vacío. Abstemio, me emborracho de soledad, y no entienden por qué miro las estrellas... Tienes muchos pretendientes que no van a dejar de ser sapos, Tierra, pero me amas... Envuélvelos a todos con tu azul, déjame hacer el Cristo sobre ti... No necesito a nadie más, quiero ser un anacoreta confidente de tus olas, quiero grabar en cada gota de tus mares mis amores, y morirme entre tus aguas de viejo, porque morir contigo es un dulce después de pasarme la vida mirando las estrellas. Soy divergente en un mundo que obliga a una loba de tetas asquerosas hecha ciudad a amamantarme, y amamanto a mamá loba dándole el séxtuple de la sangre que le bebo. ¡Quiero OTRO! Dormir...

viernes, 17 de enero de 2014

"El objetivo del arte es dejar como inmortal algo que ha sido hecho para morir".

M. Armas M.

Otro caballo

Se secaron las raíces del río. Y me llovía el agua empozada. Si todo es para mí lo habría elegido de otra manera, habría elegido de otra manera este regalo. Pero tú no eliges el regalo, ni eliges a quién regalar. Ni eliges a quién quitárselo. Tenía una pena muy grande, muy grande, vacía como una burbuja. No tiene relevancia entre las estrellas, ni entre las mías ni entre las tuyas. Tenía una pena muy grande, ganas de darle un abrazo al suelo que pisa la gentuza, que pisan los robots, suelo que pisan los buitres; y hoy no tengo más plumas negras que darte. No tengo plumas negras para darte; pero ¡qué pensado tenías el regalo aún sin saberlo! Aún sin ser... Y yo no tengo nada que darte... Pero soy... Nunca has sentido un árbol seco, como esos que a veces va la gente a buscar en Navidad a Malpaís, esas higueras, esos arbolillos secos; nunca has sentido un árbol seco. Y esa estrella mediana, esa estrella amarilla que supuestamente tú quisiste, vincula mi sangre a la suya. Y se va mi sangre entre las montañas... No tiene relevancia entre las estrellas. Y si de verdad fueras, ¡si de verdad fueras! Ya nos hemos bebido toda el agua salada de este mundo, y nos hemos hecho ristras de ajos en nuestros estómagos. Tú. Tú lo sabrías... ¿no? Si fueses... Pero es muy divertido hablar contigo... Conmigo...

A lo mejor no lo habría elegido de otra manera. El regalo... No es un caballo sin dientes. Pero tiene dentadura de abuelo y me enamoré de él desde el primer momento que lo vi. Y nunca quise soltarlo, ni cuando el verano imprimió en mi piel su blasón, entre las persianas asadas de madera. Y aún cabalgamos, yo encima de él, negro como la tranquilidad en las noches de cama con fiebre; él en un cielo perdido más allá de las nebulosas, más allá de mis ojos... Yo cabalgo encima de este caballo con dentadura postiza, y él galopa encima de mi espalda, él me pisa las cicatrices de cuando me quitaron toda la bilis del pulmón derecho, pero lo quiero... Y a veces nos da la brisa a los dos, en las crines, Ástor negro. Y somos libres... Soy tu dueño, y tú eres el mío, Ástor, con tus dientes de abuelo. Este regalo... A veces brillan, ¡cuánto brillan! mil luciérnagas en tus dientes de oro, y me pierdo entre tus recovecos, entre tus hojas con gotas de luz. Nunca cambiaría este regalo envenenado, este regalo que me has dado, tú, que no existes... Al final, no tengo tu voz. En las grutas me basta la mía. Me enamoré de ti, marrón y blanco, con una A de fuego en tus cuartos traseros, y fui mejor que cualquier otro. Cuando volví, unos veranos después, ese verano, ya no estabas, Ástor. Pero sigues galopando entre mis costillas, ahora negro y con un sol dentro de la boca. Desde que nací te me regalaron, Ástor, y no te cambiaría por nada... Eres lo mejor que he podido tener. No hay mejor regalo que el hecho con los ojos cerrados, como tu boca desdentada.

Y hay toda una cuadra por la que pasear, Ástor, todo un río... Empozado... Tenía una pena muy grande, pero no me van a tirar de tu grupa, porque tú eres la pena, tan grande, Ástor... Y tan a gusto me duermo oliendo tus crines de albor negro... Porque al sol siguiente, o a la luna siguiente, la sangre fluirá, Ástor, la sangre negra correrá encima de los balcones, encima de las azoteas de las abejas de cable y hueso, y trotaremos... Trotaremos hasta tierras frías de flora generosa, a ríos entre verdor, a nieve dentro de casa, ¡tan felices...!
Arranqué el río de raíz. Y me bebí el agua empozada.

(Ilustración por M. Armas M. https://www.facebook.com/maria.armas.737?fref=ts).

sábado, 11 de enero de 2014

La raíz del abuelo fue su último suicidio.

miércoles, 1 de enero de 2014

Mi lugar está ahí fuera. Siempre he sido un lobo que ha mirado arriba.