domingo, 1 de noviembre de 2009

Dictado

Escribo para sentir lo que otros sienten, para seducir, para convencer...

Decía el profesor, desde lo alto del aula. ¡Y tú callabas, y tú escribías!

Dictaba el profesor en tono seco, aburrido, monótono.

¡Y tú callabas!

Y ahora ya
en tu corazón nace el deseo
de volver atrás
y de contar

que escribes para desahogar el alma
que no seduces sino al que te comprenda
y que no convences sino al que te ame.

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