Es ridículo. Totalmente estúpido. No puedo estar. No puedo parar quieto. Necesito sacar fuera de mí lo que tengo. Desahogar el alma, limpiar el negro doliente de mi interior. Escribo y me siento mejor, aunque antes de hacerlo, no podía dormir. Tengo pánico a cosas sin remedio. Y en el intento de vencer el dolor que producen me pongo más y más nervioso. Y trago, trago cualquier cosa. Amor, felicidad, todo, todo lo que percibo, cualquier cosa. Y luego caigo. ¿Estás leyendome, Dios? ¿Dónde está tu compasión? Sufro. No aguanto la incertidumbre del futuro. No quiero morir, ni quiero ir al infierno. Quiero ser feliz, sólo eso. Escúchame Dios. Léeme. ¿Puedes darme un poco de alegría? ¿Podré descansar junto a ti para siempre...
...seas quien seas?
¿Ansiedad? Yo diría... desesperación.
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