Una lástima que el corazón sólo se mueva
cuando da la mano una musa sórdida, obscura;
una lástima que sólo el aire sea limpio
cuando lo espire un hada de frías manos y fríos susurros:
cicerone de campos sembrados de falsa dicha
hasta un acantilado de rocas que horadan el alma
y la vomitan a un mar negro sin fin.
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