martes, 23 de noviembre de 2010

Los sátiros brincan tocando la travesera, hacen filas danzantes con humanos, ninfas y ménades, algunos desnudos y llevando látigos y dagas. Varios de ellos tienen en la espalda cortes largos y profundos. Todavía les gotea la sangre, pero parecen felices en su baile extraño.

Algunas princesas se dejan violar por hombres con la cara y la cabeza cubiertas por un casco largo. En una hoguera apartada una mujer chilla de placer al ser quemada, y en una mesa de madera podrida unos hombres desnudos con la piel completamente llena de quemaduras negras y humeantes, juegan a las cartas.

Un hombre con cabeza de pájaro hunde, riendo, una lanza con la punta hacia arriba en el suelo gris. Después, se oye desde arriba la risa histérica de un segundo que, tras trepar a una pequeña loma, se tira con los brazos abiertos a la lanza de metal oxidado, que lo atraviesa. Sin embargo, no muere, y ésto parece divertirlo aún más, cuando levantándose y desencajándose la lanza de sus entrañas, choca la mano con el hombre-pájaro que hundió la lanza en el suelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario