Se preguntó si algún día alguien se atrevería a surcar los bosques brumosos que rodean su psique. Ésta es un claro donde nunca llega la luz; pero, de alguna manera, ya brilla por sí misma. Quién sabe dónde estará su alma ávida -seguro estará perdida entre la niebla y la acogida del bosque gentil- quién sabe dónde decidió esconder su corazón -seguro no estará muy bien escondido, pero habrá construido con entusiasmo una caseta de hojas y de leña para guarecerlo de las musas traviesas y alocadas-.
El bosque brumoso y gentil tiene tantos aromas de pasado como de futuro. Además, entre los árboles se suelen escuchar cantos de aves maravillosas que jamás deberían fallecer, y que remiten a tiempos antiguos. También, por la noche, un miríada de luciérnagas alumbra con sus lucecitas, y los grillos cantan odas de un futuro tan acogedor que casi parece presente.
Y así es ese bosque, hijo del pasado y del futuro. Y por ese bosque camina él, y cuando quiere ocultarse las ramas le sirven de amigas y hecha raíces entre algún árbol.
Me gustaría ir a ese bosque brumoso.
ResponderEliminarUn texto genial :)