martes, 2 de noviembre de 2010

Sin-nombres

Sólo existen en mi cabeza. ¿Por qué me hacen extasiar entonces?

Quiero difuminarme en su ser y unirme al eco que siento tan adentro de mi alma, pero que tan lejano parece estar.

Si pudiera ser algo -¿qué más sino humano pútrido?- eso sin duda sería. Si pudiera servir para algo -¿para qué mas sino para gastar mi vida?- para eso sin duda serviría. Si pudiera morir de placer, entonces quisiera que me atraparan en esa telaraña; ¡tan dulce...!

Recuerdos de otras épocas, ¡míralos! Allá se extienden, ¡qué apoteósicos! Y mi córnea cansada y ávida traga, y consume; experimenta y fantasea.

No sé qué es, no sé qué son, pero de todo lo que hay en este mundo nada se acerca a su grandiosidad, y daría mi vida por poder vagar eternamente por sus veredas.

Cantos de los dioses, cuadros del viento y semillas del cosmos sabio; nébula angulosa, trinar de las aves sin dueño, personificación de la bondad que impera sombras y recodos vacíos; ¡os deseo la gloria! ¡Dentro de mi late vuestra grandeza! Y desde dentro de mí manan raudos afuera los arroyos de vida que con gentileza hacéis florecer en los abismos de mi ser.

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