viernes, 22 de octubre de 2010

¡Dolor! ¿Por qué no te la llevas? Arráncame su suave y tintineante faz, arráncame su voz susurrante, su melodía tenue, su trémolo de latidos profundos de bondad imperante. Llévate sus lagunas, ¡tan calmas, tan frescas...! que me invitan a zambullirme entre sus aguas de dulzura. Haz desaparecer los brotes que ha plantado en mi alma... Pudre todas las flores que se alimentan del agua de mi ser con fin de verse bellas, pulcras, serenas. Pudre todas esas las flores que me secan el corazón.

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