jueves, 26 de marzo de 2015

Coses las olas sentada en una silla.
Suenan mil caballos. ¡Cuidado!

Ahí estoy
con
los
graznidos de gaviota.
¡Y qué cruz de piedra
se desprende
de unas cuencas
rellenas de músculos, de carne y de venas!

Ahí vuelve azul de asfalto
y besa la plata, el bronce, el oro.
¿Es que no guardas
mi descanso
vieja hilandera?

Yo estoy
con
los graznidos de gaviota.
Con un niño difunto
manchado de neumático sucio,
con el humo que sale
de los tubos de escape,
con comida de usar y tirar,
con una bolsa con un collar de perlas
que me he atado al cuello
a ver si me aprendo
que vuelve el murmullo
de un mar de ceniza
a guardarme y a velar.

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