El agua salada pudrirá la madera, mientras el crujido sereno vela por las gaviotas.
Aún queda algo de vida en la ciudad, hay un mar amaestrado, un mar de zoológico, un mar encerrado. Una cuna encarcelada quizá pueda ser el peor de los martirios para quienes aún no han nacido.
Algunos dicen que la reina huirá, en jaque. Tal vez entonces, con la muerte absoluta del agua salada, nada nazca ya. O tal vez exploten los mares de calor, no lo sabemos.
Unos quieren encerrar también a la reina, para que el mar siga siendo libre a custodia compartida. Otros prefieren dejarla marchar...
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