Coses las olas sentada en una silla.
Suenan mil caballos. ¡Cuidado!
Ahí estoy
con
los
graznidos de gaviota.
¡Y qué cruz de piedra
se desprende
de unas cuencas
rellenas de músculos, de carne y de venas!
Ahí vuelve azul de asfalto
y besa la plata, el bronce, el oro.
¿Es que no guardas
mi descanso
vieja hilandera?
Yo estoy
con
los graznidos de gaviota.
Con un niño difunto
manchado de neumático sucio,
con el humo que sale
de los tubos de escape,
con comida de usar y tirar,
con una bolsa con un collar de perlas
que me he atado al cuello
a ver si me aprendo
que vuelve el murmullo
de un mar de ceniza
a guardarme y a velar.
jueves, 26 de marzo de 2015
martes, 24 de marzo de 2015
domingo, 8 de marzo de 2015
jueves, 5 de marzo de 2015
Borneo
Entre los exploradores de junglas más famosos, siempre se tuvo en excelente estima a aquel que consiguió adentrarse en la selva de Borneo para catalogar las más de cincuenta especies que en 1970 aún no se conocían.
Dicen que murió loco y borracho, pues encontraron su cuerpo entre botellas de ron vacías junto a un grupo de orangutanes.
En su diario de viaje se pudo leer ese día, en la última entrada, que había encontrado a una especie de primate nueva en la superficie de un arroyo.
Dicen que murió loco y borracho, pues encontraron su cuerpo entre botellas de ron vacías junto a un grupo de orangutanes.
En su diario de viaje se pudo leer ese día, en la última entrada, que había encontrado a una especie de primate nueva en la superficie de un arroyo.
Aspirina esfervescente
Los dibujos de las venas sobre mi pecho nunca fueron tan claros —ahora como un capricho de niña, mientras la bolsa gotea, colgada de su gancho, medicina intravenosa.
Hay que cortar la carne podrida tantas veces como sea necesario; a veces la falta de precisión es menos dañina que quedarse corto.
La pleura una vez más se quedó totalmente pegada a la piel y a las costillas, como un chicle ya negro en el patio de un colegio, de esos que hacen quitar a los niños con espátula cuando se portan mal.
La inocencia del cerebro persiste, sin embargo, entre hervideros de fiebre de cincuenta grados siguiendo el baremo de Anders Celsius, astrónomo que, curiosamente, nació y murió en Upsala, Suecia.
A la mañana siguiente, retirarán las flores del jarrón.
Hay que cortar la carne podrida tantas veces como sea necesario; a veces la falta de precisión es menos dañina que quedarse corto.
La pleura una vez más se quedó totalmente pegada a la piel y a las costillas, como un chicle ya negro en el patio de un colegio, de esos que hacen quitar a los niños con espátula cuando se portan mal.
La inocencia del cerebro persiste, sin embargo, entre hervideros de fiebre de cincuenta grados siguiendo el baremo de Anders Celsius, astrónomo que, curiosamente, nació y murió en Upsala, Suecia.
A la mañana siguiente, retirarán las flores del jarrón.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)