sábado, 24 de marzo de 2012

Me sé muy bien la teoría. Me falla la práctica. No sé, al menos, estoy bien. Ahora estoy bien. De acuerdo, no del todo. Pero estoy bien. Quiero decir, aquí estoy yo, luchando siempre. ¿Qué más da lo que me griten mis demonios? ¿Y qué más da lo que me arañen por dentro? Aquí estoy yo. Este soy yo. Y no me rindo. Estoy luchando, y no importa lo difícil que me lo pongan. Porque algún día lo veré todo de otro color. ¿Que cómo lo sé? Bueno, acaso, en el pasado, ¿no temía no poder tener claridad y paz? Me sorprendí, porque al paso de unas semanas conseguí claridad y paz. Y qué imposible lo veía entonces... ¿Como ahora? No. Ahora sé que puedo conseguir claridad y paz, aunque no me sienta como si pudiera. Verás, ya me conozco. Eso tal vez no cambie nada, porque los demonios seguirán gritando. Es solo que los acepto. Acepto que griten. Ya se irán. No quiero preocuparme por eso ahora. Me preocupa, sin embargo, mantenerme firme, y no tirar la toalla. Ya veremos qué podemos hacer para no estar tan agobiado. Pero de entrada, no me voy a deprimir. No voy a tirar la toalla, para nada. Esto no es nada. Y mira, tengo toda la vida por delante. Ni siquiera esto llega a un bache. Adelante, si este mal es el que me corresponde, que así sea. Pero no le voy a prestar el mínimo interés. Ya se cansará de llamar a la puerta. O tal vez no. Pero no seré yo quien la abra. ¿Y si la tira abajo? Bueno, entonces yo no estaré allí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario