Tocó el pecho con rubor,
era joven la ramera.
Ojos claros y ese aroma,
ruido por la casa entera.
Viejas eran las ventanas
y era esa su vez primera.
Nervio febril tiene el mozo.
Ella lo besa, certera.
Aquí es sencillo el acuerdo,
solo elija a la que quiera,
ponga el oro en la mesilla
si está llena su cartera.
El muchacho, casi imberbe
la penetra a la ramera
y cumpliendo su trabajo
ella gime la primera.
A los cuatro minutillos
él acaba la carrera
y se limpia concienzuda
la entrepierna la ramera.
No fue duro aquel trabajo,
desvirgar al tal Morera,
gana plata en abundancia
pa’ pagarle a su casera.
Preparada y ya vestida
la chiquilla sale afuera,
toma aire y para adentro,
y así va su vida entera.
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