Como no hay techo que cubra las ciudades costeras se alía el sol con el mar para hacer arquitectura. La argamasa gris clara, como una sopa de periódico, conserva el azul del agua salada del mar en algunos pedazos de la mezcla, teñidos de la tinta con que escriben los peces.
El rebaño dirigido por los perros pastores de Apolo y de Neptuno tiene tanto de sol como de mar, peinado por arriba por los rayos solares y por abajo por la brisa marina.
Alisado y ordenado, el cielo nublado es una continuación del mar, la impronta de este en un plano superior.
No es casualidad que aquí sea llamado panza de burro, pues su afable color gris recuerda al pelaje suave de Platero.
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