lunes, 2 de septiembre de 2013

Oro manchado de sangre

Los tiempos dorados de uno... Como el beso de una puta, las compulsiones, los animales en el zoológico y muchos vicios corrosivos, son tan dulces como amargos. Viven sobre todo en el oído, y despiertan con las canciones-nexo. También pueden ser revividos al oler algunas fragancias... El suavizante que usaba tu ex, el jabón de manos que usabas durante aquella otra época tan mágica... Hay que hacer notar que estos recuerdos de los que hablamos despiertan con mayor intensidad y brevedad mediante el olfato, mientras que, por medio de la música son menos intensos pero más duraderos, por los que su peligro es mayor. Uno puede quedarse embelesado y vivir en el ayer durante un buen rato, con el consecuente desgarro del espíritu que supone querer volver atrás... y no poder. Pocas sensaciones hay tan frustrantes para el ser humano como tener algo ante sus narices y no poder alcanzarlo —entendamos ''sus narices'' como algo muy amplio: es esa misma sensación que se experimenta al mirar a las estrellas y ser consciente de que no se pueden
alcanzar—. Pocas sensaciones frustrantes son, sin embargo, tan gratificantes: oro para las neuronas. Oro manchado de sangre.

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