sábado, 26 de noviembre de 2011

Todo es perfecto


Mi mente navega apacible por aguas puras, cristalinas. Los rayos del Sol, filtrándose entre las hojas de los árboles que bordean el río, alumbran débil pero apeteciblemente cada rincón de sus recovecos.
Una sonrisa crea ondas en el agua. Los peces bailan, y un viento afable mece los árboles del bosque.
Todo es perfecto. Todo es como debería ser...

...Pero espera, ¿qué sucede? La corriente se vuelve violenta. Los rayos del Sol se apagan y las hojas se mecen con agresividad. Los peces tiemblan en sus nidos de burbujas. El viento se enfada, arranca de cuajo los árboles del bosque agitado.

Llora mi psique. Remolinos en el agua la arrastran inevitablemente al fondo del río. Allí, los suelos se abren, las grietas florecen revelando páramos de oscuridad.
Ahí cae. Ahí se precipita. Ahí se hunde...
Y oscuridad. Intenta huir. No puede. Se tropieza, se estampa una y otra vez contra las paredes de los abismos. La luz ha muerto.

Ya ha estado cayendo abajo, más abajo, durante varios instantes. Y de pronto la oscuridad cede. Ya no hay oscuridad, ¡ya no está oscuro!

Mi mente navega agónica por aguas corruptas y nocivas. El ruido y la confusión caducan todo cuanto rozan.
Una mueca de dolor crea ondas en el agua enferma. Los peces muertos bailan sus danzas macabras, y el viento se niega ya a soplar en un mundo febril y deshojado.
Todo es perfecto. Todo es como debería ser...

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