Y me gustaría haber podido llorar, como llora la tierra enferma su sangre ígnea. Pero el fuego sigue ardiendo dentro de mí, y dentro de mí sufro con temblores, con angustias, con agitación. Y no es raro que el corazón no se tome un descanso.
Retumba en la noche enfermo
resuena en mi pecho ágil
revienta mi alma luego.
Él desencaja las piezas de mi cordura, y desvía los rieles de mis esperanzas. Corriendo por mis entrañas, apresura mi respiración, que se entrecorta y vuelve a correr, se entrecorta y vuelve a correr.
¡Miradme! Ya no soy un hombre. ¿O lo soy? No soy más que la personificación de un terremoto. Hasta tiembla el cuarto entero ya. Tiembla la cama. Tiembla el suelo. Tiemblan los muebles. Y tiembla mi vida...
Me gusta.
ResponderEliminarÉste es el que iré editando para combinar prosa y verso poéticas.
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