miércoles, 29 de diciembre de 2010

Hincó una hoja oxidada
en mis entrañas
la vida sórdida
¡qué agonizar al vivir ahogado en mis suspiros...!
Temblores en mi mente ciegan el sabor de la vida dulce ¡tan amarga ya...!
Irrumpen llamaradas en mi ser lleno de penas; de llamas y de penas lleno mi ser se derrumba, y desborda como un río plagado de fuego y de ansiedades.
No comprendo entonces mi nacimiento, pues fue mi primer llanto al ver la luz, fuera de la matriz,
un augurio en mi vida: repítase una y otra vez el llorar, secando mi alma, mi mente, mi corazón; y el cansancio, al final, será el gran regalo de la vida sórdida, que me permitirá descansar para siempre.

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