miércoles, 30 de junio de 2010

Pensé

Pensé en mis cálidas amigas, pensé en lo reparador que sería el sueño esta noche, pensé en la oscuridad. Pensé que no dormiría tanto como deseara, pensé en que no quería sufrir, pensé en un hogar, en una cueva, en donde nadie pudiera hacerme daño. Pensé en que odio depender de los demás, pensé que estoy hecho para ser autosuficiente. Pensé que no quiero enamorarme. Pensé que sólo quiero vivir. Pensé que necesito un descanso. Pensé que la vida es larga y puede ser maravillosa, pensé en los planetas, en las estrellas, en el infinito, pensé que es agradable quedarse sólo a veces y sumergirse en el mundo interior. Pensé que escribir es una buena medicina contra la angustia. Pensé que estaba en paz, que no quería que nada malo pasara. Pensé si alguna vez encontraría al amor de mi vida. Pensé si sería guapa (ojalá). Pensé en ella al lado de una cama en el hospital, conmigo enfermo en ella. Pensé que era agradable. Pensé que me gustaban los hospitales y estar derrotado en una cama, junto a alguien querido.

Pensé todo eso y volví a la realidad. Una cama me esperaba.

Puede más la sonrisa de la princesa que la espada del caballero.

Había un canto de sirena, pero yo estaba escuchando música por los auriculares.

domingo, 27 de junio de 2010

Hacia casa

Craddlyn resopló tirado en el suelo. Era difícil caminar con unas botas con puntas de hierro, y había caminado desde la zona portuaria hasta la parada del bus. Eran las cuatro y diecinueve de la madrugada y estaba solo. Se metió la mano en el bolsillo y sacó una bolsita de plástico hermética de menos de diez centímetros. Sacó de ella el polvillo blanco que tan bien conocía, depositándolo sobre el borde de la acera. Formó una línea casi perfecta con su tarjeta de compra de Stock Centre e inhaló la cocaína con fuerza. Suspiró aliviado. Miró a su alrededor, aunque en vano, la policía nunca pasaba por allí, estaba a las afueras, además, no tenía suficiente droga como para que averiguaran que era narcotraficante. Como mucho le tomarían los datos en la comisaría. Craddlyn sabía bien de todo eso. Y también sabía que algún hijo de puta había intentado joderle, pero a él no lo pillaban. Tenía demasiados amigos, demasiados contactos, estaba en las altas esferas del hampa, por así decirlo. En más de una ocasión, ocultando su cara (siempre llevaba un pasamontañas consigo, por si llegaba la poli y había que ''plantar cara'') había luchado contra esos cabrones a navajazo limpio. Tenía una herida de bala en el brazo izquierdo, lo único que habían conseguido hacerle.

Pero esa noche a Craddlyn no le preocupaban los policías, ni sus asuntos turbios, nada de eso. Algo rondaba por su cabeza. Tirado en la acera, donde mismo había esnifado la coca, miró la silueta de los árboles dibujándose al borde de la carretera. El viento raspaba la noche que se perdía en el infinito, y se fijó en un árbol concreto. Parecía amoldarse con el viento. Volvió a resoplar. Tenía frío, pese a su chupa de cuero y su sudadera. Quería que llegara de una vez el autobús para echarse a dormir. Euphorie, la chica con la que estaba follando últimamente estaba muy rara, y eso le preocupaba. No sabía que hacer en esa situación. Parecía centrarse mal en ese capullo que en él. Le parecía muy bien que tuviera novio, pero él siempre había estado con ella, incluso cuando estaba soltera. Por eso le molestaba que de buenas a primeras le costase abrirla de piernas, que se pusiera con excusas nombrando a ese gilipollas. Pero Craddlyn no era un chico excesivamente violento. No le gustaba usar la violencia. Sólo lo hacía cuando no quedaba opción.

Un chico de piel negra pasó a su lado. Le echó una rápida mirada y continuó su camino. Mientras tanto Cradd seguía en su mundo. Estaba sufriendo. Realmente no era sólo sexo, era algo más. Se preguntó si amaba a esa chica. En todo caso sufría por ella, y no le gustaba.

Por fin vio el autobús a lo lejos. Recogió el llavero, la cartera y la navaja del suelo, y se puso de pie. Despues de decirle al autobusero a dónde quería ir, pagó y se sentó cerca de la puerta central. Se recostó usando los dos sillones y puso las piernas en los de alante. Cerró los ojos. El bus arrancó, menos mal. Le encantaba cuando se ponía en marcha. Pero en cinco minutos paró de nuevo, y el del bus se quedó hablando con Tauro, el guardia de seguridad de la estación. Lo conocía de vista, incluso había intercambiado unas palabras con él. Se quedó hastiado. Algunos pasajeros más se subieron, y Craddlyn torció una sonrisa en su boca cuando el chófer volvió.

Cuando el vehículo entró en campo abierto, Craddlyn apretó el botón que indicaba que el chófer había de pararse en la siguiente parada: la más cercana a su casa.

Una vez allí, Craddlyn recordó que había cogido el llavero equivocado, y que Cejalia tendría que abrirle la puerta otra vez. Cruzó la autopista, porque no pasaba ningún coche y no quería dar todo el rodeo. Cuando estaba cerca de casa la cocaína que había tomado se le subió a la cabeza y gritó mientras corría.

Tocó la puerta de madera oscura, casi negra, y Cejalia salió, media dormida. Él la abrazó. Lo primero que hizo fue ir a mear todo el alcohol que había tomado esa noche, y acto seguido se acostó en su cama y se durmió nada más apoyar la cabeza en la almohada. Todo daba vueltas.

miércoles, 23 de junio de 2010

Me pierdo en bucle, un remolino, un tornado de soledad. No creo que haya razón
alguna para levantarme cada mañana, si en cada mañana mi única compañera es la pena.
Siempre sucede lo mismo, siempre las mismas cosas, siempre desemboco en un mar de dolor.
Me rugen a la espalda los recuerdos del pasado... Y sé que hoy va a ser tan malo como ayer,
que mañana será tan triste como hoy. La grandiosidad ha caído ya, y la indiferencia,
es pasto para las llamas que me queman por dentro. El desdén conque mis pupilas barren
este mi entorno podrido justifica la dejadez de un corazón que quiere dejar de latir.
Y hace bien en quererlo, por dejar de ser un nido de males, de penas enjugadas en lágrimas,
pues toda mi alegría es en la noche cerrar los ojos y dejar de sentir.

domingo, 20 de junio de 2010

sábado, 19 de junio de 2010

La Amistad Es Amor de Rogelio Arucas, sublime.

La amistad es amor en serenos estados;
los amigos se hablan, cuando están más callados.
Si el silencio interrumpo, el amigo responde
mi propio pensamiento, que también él esconde.

Si él comienza, prosigo el curso de su idea;
ninguno de nosotros la formula ni crea.
Sentimos que hay algo superior que nos guía,
y logra la unidad de nuestra compañía.

Y nos vemos llevados a pesar con hondura,
y a lograr certidumbre de la vida insegura;
y sabemos que encima de nuestras apariencias,
se adivina un saber, más allá de las ciencias.

Y de eso yo busco tener a mi lado
al amigo que entiende cuando digo callado.

viernes, 18 de junio de 2010

Odio fraternal

Mutilar cada vena de mi cuerpo
secar cada vestigio de mi sangre
arrancarme el corazón del pecho
¡cualquier cosa haría para no ser de tu casta!

Y si los hermanos nacen con el alma unida
entonces la mía propia mandaré a lo más hondo del Tártaro
y te arrastraré al dolor conmigo
hija de puta.

miércoles, 9 de junio de 2010

Mi odio es proporcional a mi deseo de verte sufrir

Ainara Arjona.

Minna no peace - Afromania (Trad. de fragmento)

El imparable ritmo de mi corazón muestra una semilla en él. Quizás esa semilla crezca hasta convertirse en una flor de esperanza. Quién sabe. Me imagino un mundo mejor.