Cuando den a luz
a sus vástagos
las penurias y los males;
cuando pueblen mi conciencia
la desdicha y la amargura,
de barro impregnadas;
cuando arda la paz y el mar,
dentro de mí, sacuda sus pútridas olas;
cuando la tristeza me encierre
y me aísle:
entonces habrá poesía.
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